jueves, 22 de febrero de 2007

EL DIAGNÓSTICO COMUNITARIO - Hernán Peralta

Mural realizado por Abel García Sanoja en la ciudad de Mérida, Venezuela


CALIENTA MOTORES


La fase actual del proceso constituyente tiene nombre y apellido: 5 Motores y 2.007 Año de la Educación. Aunque el protagonismo democrático nos plantea tareas participativas en todo el proceso, el trabajo comunitario debe responder activamente al Año de la Educación que con preferencia comparte escenario con el Motor 3 Moral y Luces, Motor 4 Nueva Geometría del Poder para desembocar en el Motor 5 Explosión del Poder Comunal. Este es el panorama donde la práctica del Diagnóstico Comunitario cobra importancia capital para nosotros. Donde se hace indispensable que quienes tenemos vocación y responsabilidades en el trabajo con y desde las comunidades, intercambiemos ideas y experiencias sobre las mejores maneras de desenvolvernos, de ser servicio eficiente.

El llamado a la acción es determinante. Lo nuevo se abre paso en lucha frontal contra el capitalismo hecho imperio. A medida que se avanza, las necesidades del pueblo revelan aún más su dramática dimensión, a la luz de la esperanza de sacudirse para siempre la cruelmente agobiante cotidianidad y las recurrentes emergencias preñadas de damnificados, de víctimas.

La acción misma marca un ritmo acelerado, intenso. Su cobertura masiva impone records en la historia del país. Sus logros llegan a las grandes mayorías, a la vez que se van proyectando a la patria grande latinoamericana y al mundo.

Sin embargo, la fuerza de la costumbre, la herencia de antivalores enquistados en muchos de nosotros y la propia ignorancia ante lo nuevo y lo por venir, vienen acumulando trabas obstaculizadoras o deformantes. Es difícil superarlas cuando desde distintos frentes institucionales o políticos, ansiosos de mostrar cantidades de logros en diapositivas o videos, imprimen una dinámica caótica, de locura. La carencia o insuficiencia de análisis consecuencia del diluvio de tareas en ocasiones deja vacíos inmensos que causan recurrencia en errores graves. No se cumple el principio robinsoniano de aprender desde la práctica.

Y en ese panorama, este escrito es una invitación al debate sobre el significado y alcance del diagnóstico comunitario, sus antecedentes y proyecciones. Se intenta, como activistas del servicio comunitario, reconocernos a la luz del proceso revolucionario en marcha. Se trata también de asumir formas de transmitir ese reconocimiento y de contribuir con ello a transformar la realidad actual. De aportar albañilería a la construcción de lo nuevo en el tejido de relaciones entre nosotros con y desde las comunidades; entre nosotros y la institucionalidad (agonizante y embrionaria).

Para abrir espacio a la reflexión y el análisis, conviene dejar en claro que no estamos proponiendo un mero debate entre “conocedores” sino que, a partir de nuestras prácticas y respectivas historias, logremos optimizar nuestro servicio a las comunidades y a su fortalecimiento organizativo protagónico junto con enriquecer al máximo nuestras posibilidades de coordinación y apoyo mutuo. Es decir, vivir nuevos espacios de aprendizaje en el año de la educación, ahora en sintonía con la marcha de los cinco motores.


ALGUNOS ANTECEDENTES

Lo que sabemos: En términos generales, la cuarta República se caracterizó por gobernantes que actuaron con un total desprecio hacia las comunidades donde escasamente se aparecieron en períodos electorales vomitando promesas con su demagogia politiquera: pan y circo. El pueblo abandonado y desposeído tuvo que sufrir la explotación, el hambre y la miseria. Los intentos de protesta no terminaban de expresarse cuando les caía encima una represión brutal. Sangre, sudor y lágrimas. El sistema educativo llegó tarde, mal y nunca a las comunidades y su labor, en la práctica, fue mantenerlas en la ignorancia.

Era frecuente escuchar al mundo “político” y a “intelectuales y militantes de izquierda” su desencanto por lo que ellos llamaban “apatía” de las comunidades. Y de alguna manera, se argumentaba que los únicos que se movían algo eran los sindicaleros o los militantes adeco-copeyanos, que manejaban las asociaciones o juntas de vecinos según el color gobernante.

Pero el pueblo nunca dejó de ser pueblo, ni las comunidades dejaron de ser expresión del pueblo. Y este es el punto.

Hubo luchas reivindicativas muy duras que se dieron en algunos espacios laborales de la ciudad y el campo.

En el ámbito sociocultural y socioeconómico, durante estas cuatro décadas de manipulación puntofijista, la gente en cantidad de comunidades mantuvo vigentes expresiones y costumbres con rango de tradición que fueron escenario de encuentros y convivencias nutrientes de la comunicación popular. Espacios de intercambio entre regiones y localidades expresiones de amor propio del ser venezolano, de ser pueblo, con identidad, historia y valores.

Entre otras organizaciones socioculturales, la Federación de Centros Culturales del Estado Nueva Esparta (FEDECENE) tiene más de 40 años de existencia activa. También la Federación de Centros Culturales del Estado Trujillo mantiene una labor sociocultural desde tres décadas. El Movimiento Cultural Campesino de Los Arangues, Estado Lara, cumplió el año pasado 25 años de trabajo ininterrumpido en lo sociocultural, socioeconómico y sociopolítico. La celebración de sus aniversario han venido convocando a agrupaciones de todas las regiones del país para intercambiar productos, actividades compartidas y anhelos comunes como pueblo de esta tierra de gracia. Y en ese mismo Estado, también con décadas de trabajo comunitario en los pueblo del sur han llegado a desarrollar lo que es, desde muchos años, un núcleo de desarrollo endógeno. En esos tiempos surgieron otras iniciativas en diversos puntos del país que enriquecieron notablemente los intercambios.

Tenemos registrado lo de Churuata, nuestra asociación de servicio comunitario. Entre otras trascendentes actividades, ha coordinado 15 Encuentros Nacionales de Promotores Socioculturales, 4 Encuentros Nacionales y 4 Regionales de Niños y Adolescentes Indígenas y No-Indigenas, dos Encuentros Nacionales de Artesanos y se contribuyó al mantenimiento de Coordinaciones Regionales y Zonales de agrupaciones socioculturales.

Característica central de todos ellos: Intercambiar sobre la situación del trabajo y de las comunidades y perspectivas de acciones coordinadas o conjuntas. Todos los Encuentros Nacionales, Regionales y Locales, fueron espacios de intercambio sobre la situación local, los trabajos comunitarios y sus perspectivas, generalmente con relatos de los encuentristas y escritos colectivos con los aportes de sus correspondientes talleres preparatorios. Luego, se analizaba colectivamente en comisiones cuyos productos desembocaban en sesiones plenarias donde se llegaba a conclusiones por consenso para definir actividades coordinadas o conjuntas.

Las coordinaciones regionales y locales con el enlace del equipo central de Churuata llevaban adelante todo el proceso preparatorio y la marcha misma de los Encuentros que, dicho sea de paso, establecían una dirección colectiva propia. Para los Encuentros de Niños y Adolescentes y de Promotores del Trabajo con Niños se creó una Comisión Nacional con presencia protagónica de delegados de los diversos Estados.

Cuando el proceso lo planteó como necesario, la riqueza de estas experiencias donde los colectivos se reconocían sus propios productos, se transformaron, en documentos que aun mantienen validez. “El niño y la actividad sociocultural”, “Acerca de la política de desarrollo sociocultural popular”, entre otros escritos, fueron creación colectiva desde diagnósticos socioculturales comunitarios.

La investigación, el diagnóstico, la programación, la ejecución y la evaluación colectivas mantuvieron vivas todas esas actividades, ese proceso sociocultural comunitario y un sentido de pertenencia popular. La evaluación constante con las organizaciones y promotores ha sido determinante para el desarrollo de esta metodología de trabajo comunitario y de análisis colectivo de la práctica.

Hoy, a la luz del proceso revolucionario bolivariano-robinsoniano, sentimos la necesidad de transmitir esta experiencia como parte del pueblo, a quien hemos servido consecuentemente. Nos preocupa que se formen a jóvenes alejándolos del imperativo que ellos heredan de profundizar el conocimiento respecto de su propio pueblo.de tal manera que al encontrarse con teorías, códigos y lenguajes de otras latitudes o momentos sepan enriquecerse de esos aportes sin perder lo que le es propio.

Existen valiosas experiencias de trabajo comunitario constante y comprometido a nivel local, regional y nacional. Con diversos orígenes y postulados compartimos su sano y enriquecedor accionar en la perspectiva del desarrollo de poder popular. No logramos, ni nos propusimos seriamente, mantener coordinaciones que, cuando se dieron, fueron fructíferas. Las demandas y prioridades de cada quien lo impidieron y no estuvimos ajenos a tendencias sectarias, que hoy se hace indispensable superar.

El Movimiento Aquiles Nazoa mostró al país la tremenda riqueza, el inmenso valor de las expresiones artísticas, literarias y artesanales del pueblo. Lamentablemente este movimiento se fue agotando por problemas políticos. La izquierda en esa época solo llegó tangencial y espasmódicamente a la vida de las comunidades. Habría seguramente buenos aprendizajes en debatir al respecto, ya que estamos a las puertas de la creación de la organización política unitaria convocada por el Comandante Hugo Chávez, pero nos alejaría del objetivo de calentar motores para el diagnóstico comunitario.

Junto a lo mencionado, se emprendieron en esa época otra buena cantidad de iniciativas que compartieron con las comunidades en lo ambiental, en lo arqueológico, en lo cooperativo, en lo comunicacional, en lo artístico, etc. Así como han operado las llamadas “ONG” y fundaciones empresariales para promover organización de iniciativas comunitarias o velar por los derechos humanos. Unas buenas y otras…otras. En todo caso han puesto su huella en las comunidades.

Otro factor que viene dejando huellas en nuestra vida comunitaria es el proceso migratorio desde las zonas rurales a las principales ciudades.

En Venezuela tenemos características propias, con expresiones fuertemente regionales que desembocan en el ser venezolano, producto de diversos y ricos mestizajes. Los procesos migratorios fueron dando un constante bagaje de comunicaciones entre aquellos emigrantes y los que quedaron en su tierra de origen. Además, en las ciudades espontáneamente se ha ido gestando una especial configuración de los espacios ocupados en los cinturones urbanos. Este movimiento poblacional, que incluye a familias procedentes de países vecinos, da elementos culturales peculiares que requieren ser tomados en cuenta muy en serio. En el fondo, se procura, tal vez instintivamente, defenderse del inmenso desequilibrio social, territorial y cultural que viene produciendo la voracidad del capitalismo salvaje al obligarlos a dejar los campos abandonados y arrimarse como se pueda a las grandes ciudades buscando sobrevivir.

Sin pretender tener en la mano la verdad, estamos aportando aquí aproximaciones y datos muy nuestros. Quedan vacíos, significativos espacios incompletos para llenar en el debate. Por ejemplo, está la trascendental experiencia indígena y de los afrodescendientes.

Pero lo hecho por distintas organizaciones y procesos, no ocurrió de la noche a la mañana, ni sonó la flauta por casualidad. Aquí hay una experiencia programática, organizativa y metodológica propia, producto colectivo en senderos de transformación posibles y deseables.

Pareciera que haciendo evidentes estas venas de la vida comunitaria, con todo y lo que falta, nos podríamos dar una idea más acabada del por qué el desquiciado, dramático e inhumano proceder de las mafias gobernantes tuvo como reacción, como contraataque, el estallido del Caracazo. El pueblo salió a la calle y puso punto final a una etapa de la historia de Venezuela. Los gobernantes recurrieron a crímenes masivos para someter al pueblo y forzar el también criminal paquete neoliberal. Ganó el pueblo, porque desde ahí, desde esa movilización multitudinaria germinó esta revolución en marcha. El pueblo protagonista.

Luego, el 4 de Febrero de 1.992 y los sucesos siguientes al “por ahora”, pusieron a las comunidades en estado de alerta, de expectativa. Entonces se inició el proceso electoral con Hugo Chávez. Recorrió el país llamando a la constituyente. Y Venezuela dejó de ser la misma. Empezamos a edificar una nueva República, un nuevo país, una nueva sociedad, una nueva vida.

Esta explicación, toda esta larga, parcial y discutible explicación, es para plantear que en trabajo comunitario en Venezuela hay una experiencia propia, camino endógeno para poner lubricante a nuestros motores.

En síntesis, necesitamos tener presente datos históricos en relación a la vida comunitaria para confiar más en las comunidades, en la riqueza de su participación protagónica.


EL DIAGNÓSTICO COMUNITARIO

Como estamos hablando del arranque del quinto motor y tenemos como orientación enfática por parte de nuestro líder, Comandante Chávez, empezar por el diagnóstico, nos parece pertinente poner sobre el tapete elementos que nos permitan abrir el debate. Se trataría de analizar desde nuestras prácticas, de ir unificando criterios, comparando procedimientos y comportamientos. Ello, como producto, contribuiría a nuestro propio proceso de capacitación en esta compleja, innovadora y trascendental búsqueda del socialismo del siglo XXI.

Entrando en materia, en el trabajo comunitario, cuando se intenta una convocatoria amplia, mucha gente aún no sabe qué es diagnóstico, sobre todo en las zonas rurales, aunque también ocurre en barrios. En estos casos, es obligatorio empezar de cero: En qué consiste el diagnóstico, por qué, para qué y cómo se hace. Así mismo, aún cuando en estos últimos años de creciente incorporación comunitaria y dedicación institucional en las comunidades, se viene haciendo familiar la práctica del diagnóstico para aquellos pobladores y organizaciones más activos socialmente, hay diferentes enfoques que hacen necesario un debate más a fondo al respecto.

Hoy por hoy, así como se multiplican los formatos para hacer proyectos proliferan los modelos de diagnóstico. Y no se trata sólo de diferentes formatos, sino de diversas concepciones que implican distintos contenidos, técnicas y métodos.

Con esa intención de intercambio aportamos experiencias y reflexiones.


LOS OBJETIVOS DEL DIAGNÓSTICO

El diagnóstico es el producto de una investigación. Esa investigación se realiza en función de los propósitos que la animan. En el ámbito del Consejo Comunal y en la perspectiva de educarnos y de construir Poder Comunal se requiere investigar la situación y características de la comunidad, su historia y las necesidades e intereses de su población. Este es el punto de partida en un proceso políticamente asumido.

Nadie conoce la realidad de un lugar tan a fondo como la gente que allí vive. Y en nuestro proceso de democracia participativa y protagónica, esa investigación la debe protagonizar la propia comunidad.

En la perspectiva de crear poder comunal, resulta obligante asumir la investigación en la amplia perspectiva planteada.

Para el ejercicio colectivo del poder se requiere una visión compartida del todo. Hay que evitar confundir el todo con las partes porque se toma un sendero equivocado.

Sin embargo, viene ocurriendo que, por orientación o requerimientos de instancias del poder central, las instituciones locales o representantes locales de comités presidenciales, sesgan la investigación a la estricta detección de problemas de servicios. Y la investigación de esta parte, se presenta como si fuera una investigación del todo. Paradójicamente, sucede a menudo que los sectores más dinámicos de la comunidad sondean (investigan) la actitud institucional y restringen el paquete de sus necesidades e intereses a las cosas que en concreto les podría resolver o financiar la institución. Así solo se limitan a esa parte, descuidando la necesaria visión del todo.

Pan para hoy y hambre para mañana. Así impera el asistencialismo, herencia de la cuarta república y de la aún sobreviviente democracia representativa. Se disemina el antivalor de depender de las instituciones y se cae en la relación clientelar, herramienta de los politiqueros profesionales para atornillarse en puestos de elección representativa o de las instituciones preocupadas de mostrar los “éxitos” con engañosos cumplimiento de metas. Tales prácticas viciosas son pan de cada dia, independientemente del color de la franela. Así se desvirtúa y se obstaculiza la creación de poder comunal.

En la práctica, los lineamientos asistencialistas han restringido lo que debería ser un diagnóstico comunitario a una sumatoria o catastro de problemas de servicios, obras de infrestructura y exigencias laborales.

No se pretende eliminar la asistencia. Ella es más que necesaria, además de ser obligación gubernamental. Hablamos aquí de asistencialismo cuando se practica la asistencia para aprovecharse de ella en beneficio de quien la imparte, sea institución, representante electivo o individuo. La asistencia debe ser instrumento de creación de poder comunal. Debe transferir al conjunto del Consejo Comunal el protagonismo en la información y el manejo de la asistencia gubernamental.

¿Qué entendemos por “comunidad”? Legalmente, la comunidad se define por un determinado espacio territorial donde habita una cantidad de familias o pobladores. No obstante, ocurre a menudo que un puñado de gente de la comunidad se atribuye su representación y los funcionarios se lo creen. Hablan como si fueran la comunidad, pero en realidad son una parte de ella. El comandante Chávez insiste en peinar el territorio. Es decir, cubrir todo el espacio y a todos los pobladores. Por consiguiente, hay que tener muy claro que el Consejo Comunal se gesta como un proceso constituyente que puede partir con una parte significativa de los pobladores, pero gobernar para incorporar a la totalidad de los habitantes. No confundir la parte con el todo.

El Presidente Chávez nos viene insistiendo sobre la importancia de lo comunal y del poder de los pobres. Y el quinto motor conduce a la creación de un Gobierno Comunal. Vale decir que el Poder Comunal es una forma de articulación comunitaria donde se crean conocimientos colectivos, políticas, planes de acción y mecanismos con miras a satisfacer intereses y necesidades planteadas por el colectivo así como a armonizar el conjunto de las relaciones comunitarias.

Al abordar un proceso de construcción bolivariana y robinsoniana se encara un desafío que no tiene precedentes. Es una empresa inédita que se propone resolver en la patria y brindar al mundo una alternativa socialista propia. Se precisa, modesta y seriamente, analizar la práctica de lo nuestro actual, de nuestra historia, de nuestra raigambre ancestral y mestiza. La alternativa que nos señala nuestro líder es partir desde las bases mismas del pueblo.

Allí existen aún necesidades de subsistencia cuya superación nos debe llevar a obtener una vida digna, armónica y segura para nosotros, nuestros hijos y nietos. Problema apremiante que hoy se torna planetario ante los dramáticos indicadores ambientales consecuencia de la voracidad imperial de riquezas y poder.

Resolver la subsistencia, superar la pobreza, significa emprender una senda de años, tal vez décadas. Y es un imperativo irrenunciable. Sin embargo, en este largo transitar se va prefigurando el desarrollo por venir. Hubo pretensiones de socialismos del siglo XX que naufragaron en el intento y terminaron anclados en el capitalismo y sin superar los problemas de subsistencia del pueblo. La concepción del desarrollo, querámoslo o no, resulta determinante en las políticas, mecanismos, estilos y métodos de la lucha por subsistir. Si no se combate palmo a palmo la concepción capitalista del desarrollo junto con ir gestando una concepción socialista no tendremos un final feliz del proceso revolucionario.

Si cada Consejo Comunal no consigue abrir senderos que conduzcan a relaciones socialistas y que aporten elementos a una concepción socialista, seguramente no se llegará a buen puerto.

Desde que existen las clases, siempre la concepción del desarrollo ha estado determinada por los intereses de los sectores dominantes. Jamás se ha hecho un esfuerzo por saber qué es desarrollo o qué desearían que fuera el desarrollo para los inmensamente mayoritarios habitantes del planeta.

El Presidente Chávez, en una oportunidad, dijo que no se podía hablar de desarrollo mundial en el siglo XX basándose en que el adelanto tecnológico llevó al hombre a la luna, porque por muy grandes que fueran los logros de la tecnología en el siglo, había un cuadro tal de pobreza que millones de niños murieron de hambre en el planeta. Así no se podía hablar de desarrollo mundial.


SOBRE METODOLOGÍA EN EL DIAGNOSTICO COMUNITARIO

Como decíamos, Promoción Sociocultural Churuata es una asociación civil de servicio comunitario. Fue fundada en el año 1.984. Nuestras funciones son de asesoría por la vía de la capacitación y de contribución a los intercambios y la coordinación. Hemos desarrollado una metodología de análisis colectivo y otra de trabajo comunitario.

Vivimos en el país actual un intenso proceso de debates, pegados a la práctica concreta.

Después de miles de años de dominación en la humanidad, nos proponemos ir pasando de un poder que ha impuesto esas relaciones de dominio, a un poder basado en relaciones de armonía. Y en el proceso constituyente los motores rugen en un punto de partida que apunta a sentar base en las comunidades para desde allí ir ensamblando el nuevo poder, el Poder Comunal, en una intensa dinámica social obligada a tener en cuenta urgencias y prioridades surgidas del acontecer sociopolítico o percances imprevistos. No obstante, se tiende, peligrosamente, a no dejar espacio para el análisis.

Como señalábamos al comienzo, en Venezuela existen trabajos comunitarios desde hace décadas donde se diseñan talleres de diagnóstico colectivo, hechos por las propias comunidades con datos aportados por la gente participante. Se parte no sólo de las necesidades sino también de los intereses de los talleristas. Las necesidades atañen preferentemente a servicios públicos (vialidad, agua, salud, infraestructura, vivienda y habitat, empleo, contratación de cooperativas, etc.) y se proyectan en una relación con las instituciones pertinentes. Generalmente, son elementos fácilmente cuantificables como problemas.

En cuanto a los intereses de la comunidad, se aportan datos relativos a relaciones (relaciones entre la gente –niños, adultos, ancianos-, relaciones de ésta con las instituciones y organizaciones, relaciones con el ambiente- relaciones con los medios de difusión-lucha contra el burocratismo, la corrupción, la especulación y el acaparamiento, etc.). A la acumulación de información que surge desde la gente de la comunidad se añade la información que en función de los objetivos tienen los facilitadores.

En la Metodología de Análisis de la Práctica con Registro Abierto, toda esta información acumulada se va registrando por escrito en pliegos de papel con marcadores. Los talleristas leen el material y van señalando ideas de interés para el debate. De este modo los facilitadores no definen lo que se va a discutir, sino que lo hace el colectivo de talleristas. Y del análisis se van decantando ideas y datos que constituyen, por consenso, la síntesis (conclusiones y proposiciones de acción).

En este vasto campo de necesidades e intereses, el colectivo prioriza los problemas detectados e identifica causas, efectos y alternativas de solución.

Esto recibe el nombre de Diagnóstico Colectivo porque los talleristas no sólo participan aportando datos sino que en conjunto sistematizan y sintetizan la información que aportaron.

Una vez realizado el Diagnóstico Colectivo se pasa a la Programación Colectiva.

El colectivo prioriza los problemas diagnosticados y elabora un conjunto de propuestas que llevan a un plan de acción (objetivo, actividades, recursos, metas).

Esto nos conduce a un asunto delicado.

Hasta la fecha, generalmente, los organismos gubernamentales condicionan la priorización de problemas a los aportes que hace el Estado. De hecho, se ha creado una distorsión asistencialista que “baja” recursos sin medir consecuencias y sin asegurar la capacitación necesaria para insertar lo hecho en un beneficio comunitario. Tal beneficio tiene que formar parte del conjunto de asuntos que conforman la vida comunal y que, a su vez, en buena manera debe el logro a la propia existencia de la comunidad.

La dinámica producida, sin calificar intenciones, no sirve para crear poder comunal. Es decir, se depende de los recursos que otorga el Estado. Se redacta un proyecto para 30 millones de bolívares. Se reciben los recursos y se ejecuta el proyecto. Se diseña otro proyecto y se queda en espera de los recursos institucionales. Y nos hemos encontrado con casos en que en ese lapso de espera el Consejo Comunal se desactiva. Con estas reglas del juego, los diagnósticos que se hacen y que llaman “participativos” no consideraron para nada el análisis de las relaciones.

Por el contrario, puede hacerse una aproximación a la programación poniendo en primer lugar aquellas iniciativas que la comunidad puede resolver por sí misma. Luego situar aquellos proyectos que requieren apoyo institucional y los proyectos de la institución que cuenten con el apoyo comunitario en su realización.

Con este escenario, el Poder Comunal hecho gobierno busca su consolidación a través de ciclos constantes de ejecución de proyectos acordados colectivamente, y que el propio colectivo comprometido va siguiendo con análisis y evaluaciones constantes. Así se crea conciencia y sentido de pertenencia, ambos elementos estrictamente indispensables para la consolidación del poder en gestación.


EL DESARROLLO ENDÓGENO

Al seguir el hilo de las sucesivas etapas y la cadena de proyectos y articulaciones organizativas que vienen configurando el hacer comunitario teniendo como faro guía el quinto motor, la Explosión del Poder Comunal, se evidencia la necesidad constituyente de asumir los lineamientos del desarrollo endógeno.

Esto se traduce en la capacidad del Consejo Comunal para ir incorporando protagónicamente a toda la población de su comunidad (peinar el terreno) e ir abordando todas las áreas de actividad con sus respectivos voceros.

Claramente, entran a escena Moral y Luces y Nueva Geometría del Poder. Se dan campañas y programas en prioritarias áreas gubernamentales que deben asumirse en el nivel comunal correspondiente. Junto a eso, están las actividades con niños y niñas, adolescentes y jóvenes; las prácticas deportivas; el cine club; las iniciativas de huertos para luchar por la soberanía agroalimentaria a nivel de comunidad, la acumulación de datos y anécdotas sobre la historia local, el apoyo a los servicios de salud, educación y energía, seguridad, la lucha contra el burocratismo, la corrupción, la especulación, el acaparamiento etc. etc., citando ejemplos que pueden salir con mucho mayor riqueza del análisis que hagan los pobladores en sus diagnósticos colectivos.
El marco en donde ocurre la vida comunitaria y la dimensión de las nuevas relaciones y espacios poblacionales van perfilando a nivel comunitario espacios de una nueva geometría del poder. Estratégicamente hablando, el Consejo Comunal ha de constituirse como un bastión de la patria y un concierto de relaciones armónicas.

Naturalmente una sola comunidad no puede resolver todos los asuntos de la vida colectiva, aún contando con el apoyo gubernamental. Existen problemas de mayor dimensión que no sólo corresponden a una comunidad sino a varias (canalización de aguas, vialidad, transporte, seguridad, etc.) o simplemente hay deseos de ampliar relaciones. Se abren así los canales para proyectos mancomunados.

En nuestra experiencia, en múltiples intentos unitarios fracasamos cuando nos propusimos crear Frentes o Confederaciones.

Este es un delicado asunto de construcción de poder. Tal vez pueda contribuir a la búsqueda de nuevos criterios y formas de relaciones socialistas.

Dos aspectos.

Cuando quisimos unirnos debido a intereses y visiones comunes entre grupos culturales, la cosa fue fluida en la primera aproximación hasta que llegamos a hacer el organigrama. Allí se dio una lucha insalvable por ocupar los cuadraditos de preferencia. A esta experiencia, se sumó el tener que participar en diversas luchas de repartición de recursos, donde cada responsable de un cuadrito del organigrama peleaba a muerte y presentaba grandes proyectos como justificación para atrapar la porción mayor de la “torta”.

El otro aspecto se refiere a la relación entre programación y organización. En los comienzos de nuestro proceso no entendimos bien esta relación y asumimos que la organización determinaba la programación. Era así para nosotros por el peso que tenía el organigrama en la factibilidad de ejecución.

A partir del nacimiento de Churuata, en 1.984, se crearon tres coordinaciones regionales de grupos comunitarios socioculturales y los encuentros de intercambio se hicieron cada vez más frecuentes. De hecho, el intercambio de experiencias pasa a ser elemento básico en la creación colectiva de conocimientos, políticas y articulaciones organizativas.

Estos espacios, a no ser que haya un asunto especial que motive una reunión extraordinaria, abordan básicamente dos puntos: Situación y perspectivas. Porque, insistimos, el diagnóstico no se resuelve sólo con talleres. Estamos hablando de diagnóstico como un modo de hacer vida. Es permanente. Se hace presente cada vez que cambia una situación o aparece algo nuevo. Entonces, como producto diagnóstico de estas reuniones surgía una programación de actividades coordinadas o conjuntas (la autonomía de cada grupo era sagrada). Y eran esa programación (plan de acción con objetivos, proyectos, recursos, actividades, metas y evaluación colectiva permanente) y esos acuerdos programáticos los que determinaban la articulación organizativa del proceso previsto y el grado de responsabilidad y compromiso para cada integrante del colectivo. En ese entonces, Churuata como servicio comunitario asumía esas programaciones de coordinaciones regionales y encuentros nacionales como su propia programación.

También internamente Churuata funciona con coordinaciones. El responsable de una coordinación, no es jefe, ni es el coordinador, sino que es el responsable que la coordinación de produzca.

Este criterio de responsabilidades y pertenencia en base a los acuerdos colectivos ha sido de gran importancia en nuestro funcionamiento. Nos movemos en función de los acuerdos colectivos y cada uno se siente responsable de la coordinación respectiva. El programa acordado pasa a ser líder, así como es la Constitución Bolivariana la que guía nuestros pasos. Y en la vida en equipo y en proceso practicamos lo que llamamos las tres democracias: en lo político-programático, en lo organizativo y en lo económico.

Somos una forma de articulación organizativa sociopolítica de servicio comunitario.

Es muy importante aproximarnos al diagnóstico como producto de la investigación. De ahí elaborar programación, ejecutarla y evaluar en el exigente marco de la democracia participativa y protagónica.

Queda claro que al desembocar en el quinto motor no podemos eludir lo que está en el ámbito del tercero y el cuarto.

Finalmente, como elementos de principio determinados por la necesidad de avanzar en las solidarias dimensiones cogestionarias socialistas, en esta prolongada lucha tenaz contra el individualismo, el egoismo, el sectarismo, la inhumana competencia por ganar riquezas y poder que lleva a la explotación de unos seres humanos por otros y a las guerras de dominación imperial, estamos identificando un tramado de valores de la vida social organizada al que ponemos el 3x4:
Los tres “mutuo”: conocimiento mutuo, respeto mutuo, apoyo mutuo
Los tres “auto”: autonomía, autogestión, autosostenimiento
Los tres “inter”: interdependencia, intercambio, interconexión
Los tres “co”: cooperación, cogestión, compartencia[1]

En moral y luces, la moral, integral y transparente, se asienta desde el inicio. Los promotores y trabajadores comunitarios debemos ser portadores de los principios, la ética, los valores de la convivencia humana.

A su vez las luces son un proceso sin fin. Practicamos, aprendemos, volvemos a practicar, volvemos a aprender…
De lo poco a lo mucho; de lo particular a lo general; de lo simple a lo complejo.
Y en este proceso de aprendizaje constante, nuestro principal reconocimiento no viene del sistema educativo formal, sino de las evaluaciones que surgen de las propias comunidades.


Hernán Peralta
09/02/07



[1] “compartencia” es acción y efecto de compartir. No aparece en ninguno de los diccionarios consultados. ¿Problemas ideológicos?

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