viernes, 19 de enero de 2007

Los Comités de Cultura dentro de los Consejos Comunales



“Entendemos por cultura la creación de cualquier espacio de encuentro entre los hombres y es cultura, para nosotros, todos los símbolos de la identidad y la memoria colectivas: los testimonios de lo que somos, las profecías de la imaginación, las denuncias de lo que nos impide ser".
Eduardo Galeano


La importancia de los Consejos Comunales en la actual coyuntura que vivimos como proceso revolucionario, es vital. Podemos iniciar con lo que es una conclusión: La vida y la calidad de la Revolución Bolivariana dependen del éxito y la calidad de la ejecución que realicen los Consejos Comunales. La “Revolución dentro de la Revolución”, el “Nuevo Mapa Estratégico”, el “darle poder a los Pobres para acabar con la pobreza”, y más recientemente la Comisión Presidencial del Poder Popular y la nueva nomenclatura de los Ministerios con la antesala de Ministerio del Poder Popular, todo esto, nos señala la prioridad que se les está dando a tener como columna vertebral de la Revolución a la organización popular, y a los Consejos Comunales como la célula del cuerpo de la organización popular.

El Comandante Hugo Chávez ha sido enfático en decir que los verdaderos dueños del país es el Pueblo. Y esto lo dice precisamente para argumentar la formación de la nueva Comisión Presidencial del Poder Popular, cuando ella misma tiene que evaluar el nuevo papel de los Consejos Comunales y la transformación de la ley para los nuevos tiempos que se avecinan.

Los Consejos Comunales son el instrumento del poder popular. Por lo tanto, tienen dos grandes riesgos, como son que sean secuestrados por los entes municipales, o por grupos particulares, ya sean de índole partidista, o de cualquier tipo. El poder municipal o estadal no sólo debe acompañar el proceso de los Consejos Comunales, sino que hasta debe ser exigido por parte de los miembros de los Consejos Comunales y la Comunidad misma. Pero una cosa es acompañar, estimular o incentivar y otra hacerse dueño, por intereses de cualquier tipo, de las decisiones y planes de los Consejos Comunales. El Diagnóstico, la evaluación, y la puesta en marcha de proyectos está en manos de la Comunidad. Esa es la esencia de los Consejos Comunales, y hacia allá debemos dirigir todos nuestros esfuerzos. No olvidemos que buena parte del deterioro histórico de los partidos políticos radica en que se erigieron (la famosa vanguardia) como los poseedores de la verdad, en los que sabían más del pueblo que el pueblo mismo. Se trata de tener un instrumento donde el pueblo hable, sea dueño de su voz.

Otro de los grandes riesgos de los Consejos Comunales, es que se conviertan en un hacedores de obras. Si bien es cierto que la deuda acumulada de servicios, sobre todo en nuestras comunidades pobres., el objetivo primordial de los Consejos Comunales es un objetivo político. Por supuesto, dentro de los objetivos políticos está el que las comunidades se hagan dueñas de la planificación y la hechura de la solución de las necesidades más urgentes. Hay que recordar que en la ejecución de las obras se ha permitido el saqueo de los recursos del Estado por parte de las grandes compañías y empresas. El que las obras sean decididas, proyectadas y ejecutadas por miembros de la misma comunidad es dar un vuelco revolucionario a nuestra historia. Sin embargo, el objetivo político primordial, es que logremos en el trabajo comunitario ser integrales, como bien se señala tanto en la Ley de los Consejos Comunales como en todos los documentos pertinentes que han salido a la luz o todas las declaraciones que han surgido de un debate fructífero.

Ser integrales implica que cada una de las variables sociales se tomen en cuenta, a saber, lo organizativo, lo social, lo político, lo territorial, la seguridad, lo ecológico, lo educativo, la salud, etc., y por supuesto lo cultural. Un Consejo Comunal que no tenga un comité cultural ya tiene una “pata coja”.

No Hay Revolución sin Revolución Cultural

Los Consejos Comunales en su totalidad están llamados a ser los propulsores de un cambio de paradigmas que nos lleven de la mano por los caminos revolucionarios.

Eduardo Galeano señala tres aspectos del encuentro de los hombres que en definitiva es Cultura.

“testimonio de lo que somos”
Todo trabajo cultural es un espejo para vernos, encontrarnos y reencontrarnos, saber de dónde venimos y porqué somos como somos. Es el rescate de nuestra esencia y es vernos con nuestras incapacidades y carencias.

Pero lo que somos, es un lago que se alimenta de muchos ríos y tiene distintas miradas:

Primera mirada: Somos individuos, tenemos una individualidad con su historia, con sus relaciones familiares, con un bagaje de costumbres, conocimientos, valores, con muchos aprendizajes que reconfirmar, otros que conquistar y también aprendizajes que hay que desaprender. Desde la individualidad se asumen los compromisos que son compromisos sociales, colectivos. Desde la individualidad asumo mi postura frente al mundo.

Segunda mirada: Somos familia, relaciones familiares, íntimas, de afectos y desafectos, y aunque pareciera cada vez menos, por las influencias mediáticas, educativas y sociales, moldeamos a la familia y la familia nos moldea. En la familia se producen las relaciones dialécticas de transformación y alienación, de mantener el estado social imperante o de revolucionarlo. Desde allí, como también desde la individualidad cabe la pregunta de si somos parte del problema o de la solución.

Tercera mirada: Somos comunidad. Donde nos encontramos y nos desencontramos. Donde nuestros compromisos individuales se hacen colectivos o dónde nos aislamos y no vemos los problemas comunitarios como nuestros. La comunidad tiene una historia que no sólo hay que rescatar sino valorizar frente a tantas historias que nos han impuesto. En la comunidad hay deudas sociales que hay que saldar y que no dependen exclusivamente del Estado y únicamente con la organización comunitaria se les puede afrontar. La organización comunitaria es cultura. Así mismo comunidad son los que el Proyecto “Calendarios Productivos” llama “Libros Vivientes”, personas que poseen el conocimiento comunal y lo transmiten por la vía de la oralidad.

Cuarta mirada: Pertenecemos a un Municipio, a un Estado, a una Región. Desde esta mirada nos encontramos para aprender y apoyarnos mutuamente con otras comunidades. Nos relacionamos con Instituciones, grupos, tanto Municipales como Estadales. Desde allí tenemos historia, formas de ver el mundo, costumbres particulares, paradigmas culturales propios. El neoliberalismo con su homogenización del pensamiento hace que seamos celosos a la hora de defender ese patrimonio cultural que nos ha formado y creado.

Quinta Mirada: Pertenecemos a un país, a Venezuela. A una historia en que se han pospuesto una a una las esperanzas y que hoy estamos inmersos en un intenso debate y en una práctica constante de edificar el optimismo. La refundación de la Patria, como lo señala la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es el objetivo primordial al que nos abocamos.

Somos venezolanos, con una identidad, con trabas que nos impiden ser y con anhelos por los que luchamos.

Sexta mirada: Venezuela está inserta en un Continente. Valga la redundancia: a Venezuela la contiene un Continente. Es la consigna de Bolívar: “Nuestra Patria es América”. Lo que le pasa a América nos pasa a nosotros, lo que nos pasa a nosotros le pasa a América. Nuestra historia no está aislada de lo que llamó dramáticamente Eduardo Galeano como “las venas abiertas de América Latina”

Séptima mirada: Pertenecemos al Mundo. Y para que el planeta sobreviva es preciso dirigir nuestra mirada hacia él en cada una de las acciones individuales o colectivas que realizamos. Cuando Chávez plantea socialismo o barbarie, es porque si seguimos dominados por paradigmas capitalistas la destrucción de la especie humana es inevitable. Convivir en un planeta solidario no sólo es posible sino imprescindible. Todo trabajo desde lo cultural tiene una dimensión planetaria, ecológica, política y ética. A ello nos debemos y a ello apostamos.

¿Qué somos? Somos esa relación dialéctica entre las siete miradas que se han descrito, con las cuales nos reconocemos y nos reconstruimos.

“Las profecías de la imaginación”
Las profecías se proyectan al futuro, lo sueñan. El trabajo cultural desde lo que somos, se proyecta al futuro, lo sueña. En otro texto, Eduardo Galeano dice: “Somos lo que hacemos, y sobre todo, lo que hacemos para cambiar lo que somos”. El trabajo cultural no se piensa como conservador. O es revolucionario o nos impide ser.

Debemos cambiar lo que somos en cada una de las miradas o perspectivas posibles. Decía el poeta salvadoreño Roque Dalton “que todo patriota debía odiar a su país de manera creadora”. No nos sirve un nacionalismo “Light”. Nos sirve proyectarnos con imaginación y audacia. Lo Bolivariano es Robinsoniano. “Seamos originales: O inventamos o erramos” expresó en su tiempo Simón Rodríguez. Cambiar para refundar la Patria. Cambiar las formas de ver, las formas de relacionarnos con la naturaleza, cambiar lasformas de producción. No nos sirve una cultura que no sea política, ni una política que no sea ética, ni una ética que no sea ecológica, ni una ecología que no tome en cuenta las relaciones culturales entre los hombres. Es la visión holística de la cultura. Es partir del pasado, lo que somos, para encontrarnos con el futuro posible desde el trabajo cotidiano con la gente y por la gente. Es tomar las banderas de la imaginación y la honestidad.

“Las denuncias de lo que nos impide ser”
La dominación vivida por siglos se expresa en cualquier mirada que hagamos de la realidad. El consumismo impulsado desde las grandes transnacionales del neoliberalismo, por ejemplo, puede llegar a ser parte vertebral de nuestra personalidad, invade de apatía y superficialidad a nuestras comunidades, desplaza nuestros códigos culturales en nuestras regiones, debilita al país en su conciencia e identidad y contribuye a la destrucción del planeta.
El globalismo, el sistema capitalista, y desde allí hacia abajo son infinidad de intereses económicos que se confabulan para destruir, deformar y desaparecer nuestros códigos culturales para crear una forma de pensar que lejos de poner en duda el sistema lo fortalece, lo secunda y hace que se invente y reinvente en todos los ámbitos sociales. Es desde allí que el trabajo cultural tiene mucho que decir y hacer. Los activadores culturales están llamados a dar luces para ser contracultura frente lo dominante dentro del pensamiento único globalizador.

Un activador cultural es en este sentido, como dice Galeano , “testimonio de lo que somos”, recoge desde la comunidad su voz, y junto con la comunidad se hace voz de la comunidad. Es “profeta de la imaginación”, su bandera es la invención, la creatividad y es voz de lo que estamos en posibilidad de ser, es portavoz de un lenguaje nuevo y nuestro, anuncia junto a los cambios posibles a realizar los caminos y metas a dónde debemos dirigirnos. Es espejo de denuncia, es combatiente en una guerra en donde con múltiples y variados enemigos no se nos permite ser.

Un activador cultural se acerca a lo que llamaba Gramsci como un intelectual orgánico. En el sentido de que no se parcializa por ninguna forma de ver la realidad y si las articula entre sí. Se mira el bosque y se mira el árbol. Es tan importante la visión planetaria de la realidad como la visión comunitaria de la misma. Se organiza y vincula la teoría con la práctica. Es decir que el conocimiento de la realidad no se logra gracias solamente a la investigación desde los libros o los conceptos teóricos, sino que la teoría se realiza desde la investigación de la realidad con y desde la gente, y con la evaluación de la práctica se reformula la teoría o la visión de la realidad. El activador cultural orgánico, relaciona los distintos enfoques de la realidad misma. Las visiones ecológicas, sociales, políticas, éticas, organizacionales, culturales, para a la hora de planificar y diagnosticar en comunidad esos elementos son tomados en cuenta e integrados a una visión total.

Desde una visión como la planteada los Comités de Cultura adquieren la importancia vital, que tal vez muchas veces no se le está dando dentro de los Consejos Comunales. Los representantes de estos comités además de coordinar la actividad cultural de la Comunidad puede dar aportes significativos al Consejo Comunal por completo para que el mismo no se aparte de los verdaderos principios para los cuales han sido creados.

Funciones de los Comités de Cultura

Los promotores culturales, mejor nombrados como socio-culturales, dentro de nuestras comunidades han sido y siguen siendo verdaderos héroes de una lucha de resistencia. La globalización de la mediocridad, el consumo superfluo y la desvalorización de nuestros patrones culturales se han visto enfrentados a una lucha tenaz y constante por rescatar nuestro acervo que ha sobrevivido en la vida cotidiana en los pueblos de esta Venezuela hermosa.

Ya lo decía el intelectual Mario Briceño Iragorry:
“ Mientras más vigorosos sean los nexos que unen el alma al pueblo, más resistente y fácil será su defensa. Cuando, en cambio, las naciones han descuidado el cultivo de sus lazos morales, será más factible su dominio por las fuerzas extrañas. Jamás perecerá íntegramente un pueblo que mire hacia su pasado. Justamente perecen y caen bajo el imperio de nuevas y extrañas fuerzas, los pueblos que no tienen conciencia de sí mismos.”

Darle la importancia que se merece al Comité de Cultura dentro de los Consejos Comunales es prevenir que los mismos se desvirtúen, además de ser indispensables y ser un acto de justicia.
Los comités culturales deben reflejar que no hay Revolución, si la misma no es una revolución cultural.

Los retos de los comités culturales, entre otros, serían los siguientes:

- Coordinar a los distintos grupos culturales. Evaluar con ellos una plataforma común de trabajo socio-cultural. Es decir con los grupos y con las personas interesadas en la gestión cultural, diagnosticar y planificar la gestión cultural, además de tener mecanismos de consulta e investigación con la comunidad para partir de sus intereses y necesidades. Toda programación llevada a la práctica ha de ser evaluada para además de corregir carencias y reafirmar aciertos, conduzca a una nueva programación.
- Trabajo articulado con Misión Cultura, Misión Sucre, grupos estudiantiles organizados, actividades culturales que se realizan en la Escuela de la comunidad, etc.

- Elaboración de proyectos culturales desde y con las comunidades. Estos proyectos además de responder a la realidad local, deben ser factibles de realizar. Parte de la coordinación que realiza este comité está el conseguir recursos para la puesta en práctica de los proyectos.

- Estimular el estudio e investigación de la historia de la comunidad. Desde la creación de grupos de lectura e investigación, estímulo de investigaciones que se realicen temas dedicados al punto, y su posterior sistematización, difusión mediante material gráfico o audiovisual, etc.

- Contactar y dar expresión a los distintos cultores presentes en la comunidad. Un cultor o un “libro viviente”, o un fundador de la comunidad o que posee buena parte de la historia de la comunidad, son personas valiosas que hay que darles un sitial de importancia y aprovechar su conocimiento valioso para el uso comunitario del mismo saber. La globalización ha generalizado el conocimiento desde los medios de comunicación masivos poniendo casi en peligro de extinción el conocimiento que durante siglos se ha transmitido de generación en generación, siendo esos conocimientos parte indispensable de nuestra identidad cultural.

- Trabajar con los distintos entes culturales del Estado: Ministerio de la Cultura, Casas de Cultura, Direcciones de Cultura municipales y estadales, etc. Sin embargo, siempre tomar en cuenta, que los organismos institucionales han de ser catalizadores, promotores, mas no ser dueños de los comités de cultura. La autonomía de los Consejos Comunales, así como de los comités culturales, son imprescindibles para el fortalecimiento de la democracia participativa y protagónica. Se trata de crear espacios de democracia en todos los rincones del país.

- Tener una política de consecución de recursos para el apoyo de la actividad cultural, tanto a nivel institucional, como incentivando la autogestión.

- Garantizar el rescate y el disfrute pleno por parte de la comunidad de los valores y prácticas culturales, estimulando un sentido de pertenencia en los pobladores: música, artesanía, artes plásticas, teatro, danza, muralismo, creación literaria, etc.

- Fomentar las cooperativas culturales, núcleos productivos culturales, cooperativas de servicio cultural, etc. La cultura es también un modo de producción, por cierto acorde al desarrollo endógeno.

- Tener en cuenta que el trabajo cultural, más que la satisfacción de un narcisismo personal, es el trabajo día a día de construcción de un lenguaje fresco, de contenido social, y sobre todo, de expresión colectiva. Es en la construcción de una inteligencia colectiva, como dice el filósofo francés Pierre Levy, como podemos ser testigos de los cambios que en el mundo se vienen efectuando. La cultura más que la contemplación individual de las llamadas bellas artes es la posibilidad, el reto y la aventura de construir el pensamiento colectivo.


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